jueves, 31 de julio de 2014

Resistencia pacífica del pueblo garífuna en Vallecito, Colón.





Karla Lara/ Red Nac de Defensoras de DDHH en Honduras.
25 de julio de 2014.

Era temprano en la mañana, aunque para entonces ya habíamos comido tortilla de harina con frijoles y queso, acá en Honduras a este plato le decimos “baleadas” y claro, tomado cafecito. 

Un cuarto más pequeño que grande, tres tambores, Trucu pac pac, trucu pac pac, los dos segundas sosteniendo el tiempo y un tambor primera revoloteando sonidos agudos  y contra tiempos sobre esa base grave, shirika - shirika las maracas, el cuerpo de Rafael contoneándose, generoso en carnes logra una apariencia de liviano por el transe que entre inciensos y coros que parecen lamentos a veces, llamados de guerra, otras, van haciendo que su alma te toque de una manera inexplicable. Yo pienso en lo ignorantes que somos estas hijas e hijos del mestizaje, tanta soberbia occidental y pálida no nos deja entender de qué se trata.

Trucu pac pac, trucu pac pac, yo quisiera estar adentro, pero ya estar es un privilegio, mi voz interna evoca un canto que nunca se atrevería a pronunciarse, por respeto, trucu pac pac, sudores, el cuerpo contorneado de Aurelia, sus manos repitiendo el shirika-shirika de las maracas, el puro y ella caminando entre quienes danzan casi a un tiempo, es el momento de evocar por protección, es la fortaleza secreta de los pueblos originarios, es mágica para nosotr@s, es certeza para el pueblo garífuna de estar cumpliendo con nuestras ancestras y ancestros, es un canto de guerra que no es la del hombre blanco con sangre, destrucción y dolor, no… es guerra de tambores, de conocimiento ancestral, de una conexión que se niega a borrarse y que retumba en Vallecito, en el Campamento de Resistencia Cultural Permanente Garífuna “Lombardo Lacayo”.

El Campamento que tiene al menos dos años de estar instalado está a cargo de una mujer, una gran mujer, Karen García, ella dirige un grupo de hombres y mujeres que piensan desde ahora en cómo garantizar el futuro de sus pueblos amenazados por el cambio climático, el cambio cultural que conlleva y el despojo indiscriminado que significa el modelo extractivista que impulsa el Régimen.

Este ejercicio de control y autonomía territorial no solo desafía el abandono de las autoridades estatales sino la complicidad con la que dejan actuar al narcotráfico presente en la zona, por eso recuperaron la tierra que legalmente les otorga un título ancestral de 1200 manzanas, en ellas de a poco se repoblará el Valle, mientras reparan las casitas que estaban, construyen nuevas, siembran hortalizas, frutales y granos básicos, juegan futbol, cocinan, tocan los tambores, hacen grupos de aprendizajes colectivos para volver a pensarse como pueblo, adversan la peligrosidad de un grupo que el mismo Instituto Nacional Agrario ha puesto allí, con la clara estrategia de poner a los pueblos a pelear entre si y luego justificar más presencia militar y desalojos.

Con paciencia, con amor, con tambores, con risas, con dificultades, en un lugar extenso, lejos de lo lejos, cerca de lo necesariamente cerca, espantando zancudos, pensando qué de nuevo se sembrará en las devastadas tierras por el monocultivo de la palma africana para ya no tener que ser peones y jamás socios del palmero de la muerte Miguel Facusse; el pueblo garífuna liderado por OFRANEH, por la claridad política de Miriam Miranda, por la valentía de las mujeres y hombres que conforman esta Organización Fraternal Negra en Honduras, como dicen sus siglas, vuelve a hacernos sentir que cuesta… pero no es imposible, como dice Karen, y esa frase yo me la traje conmigo, como me traigo siempre anécdotas, vivencias, sonidos, miradas, voces, paisajes y el corazón apretadito de sentimientos encontrados que van conformando estas resistencias, de las que amorosa y orgullosamente, somos parte!!.