El pueblo afroindígena contempla 46 comunidades y 28
se encuentran dentro de áreas protegidas que están siendo afectadas por
proyectos minero-energéticos, complejos turísticos y proyectos urbanísticos
impulsados por el gobierno nacional y empresas transnacionales.
CAROLINA BEDOYA MONSALVE
Ciudad de México. El rapto de 20 integrantes de la Organización Fraternal Negra Hondureña,
OFRANEH, por parte de cuatro hombres fuertemente armados, el pasado 17 de
julio, es parte de las violaciones a los derechos humanos y territoriales que
enfrenta el pueblo garífuna, que con el golpe de Estado hace cinco años se han
intensificado más, señala Miriam Miranda Chamorro, coordinadora de la
asociación.
El pueblo
afroindígena contempla 46 comunidades y 28 se encuentran dentro de áreas
protegidas que están siendo afectadas por proyectos minero-energéticos,
complejos turísticos y proyectos urbanísticos impulsados por el gobierno
nacional y empresas transnacionales.
La comunidad
Vallecitos, municipio de Limón, Colón, es parte del territorio de los
garífunas, que limita con el mar Caribe y una zona altamente boscosa e
inhóspita, donde no hay una ciudad o pueblo cerca; y ha sido el lugar perfecto
para que el narcotráfico se quiera adueñar del lugar. Miranda Chamorro informa
que la asociación hizo inspecciones a diez minutos del campamento, porque ahí
el crimen organizado construyó pistas de aterrizaje para legitimar su presencia
en el territorio.
“Para
supuestamente controlar estas pistas, el Estado las dinamitó, pero no hizo un
monitoreo en la zona para saber si la seguían usando o no; nosotros fuimos para
ver qué estaba sucediendo y nos encontramos con cuatro hombres que por su
aspecto parecían sicarios, no traían el rostro cubierto, como si no les
importara que los viéramos, además con armas de alto calibre”, narra Miriam
Miranda y agrega que lo único que hizo el gobierno fue rellenar los huecos con
pinos, pero no tiene ninguna estrategia o política para que los garífunas
regresen a sus territorio.
“Ellos nos
querían juntos, no querían que no separáramos. Uno de ellos llamó al supuesto
jefe que hacía a su vez de intermediario. Nos quitaron los teléfonos celulares
y nos dijeron que si les dábamos las fotos que les tomamos a la pista nos
dejaban ir, porque la orden era matarnos”, relata Chaparro, y añade que uno de
los compañeros logró escapar con un celular y de esa manera dar aviso a las
demás compañeras.
Territorio en
disputa
La Ley de
Propiedad de Honduras, de acuerdo a OFRANEH, fue aprobada en el año 2004, sin
consultar a los pueblos indígenas y afro descendientes. En el 2003 se realizó
una consulta con el pueblo garífuna, en la que rechazaron los dos borradores de
ley porque generaban la desaparición de la propiedad comunitaria.
Vallecitos es
un territorio que la asociación ha defendido de los intereses del Estado y del
crimen organizado. Son unas 120 manzanas de tierra, donde hace 10 años
asesinaron a un garífuna y “la gente quedó con mucho miedo, nadie quería salir,
pues los sicarios todo el tiempo están en las calles, como si nada”, manifiesta
la coordinadora de OFRANEH
El pueblo
garífuna ha denunciado la destrucción de la Laguna de Micos para la
construcción de un proyecto turístico que es parte del Plan Puebla Panamá; la
exploración y explotación de petróleo también es parte de los proyectos extractivistas;
los monocultivos de palma africana en humedales; proyectos hidroeléctricos,
flotas pesqueras industriales y la construcción de carreteras ilegales en
poblados como San José de la Punta – Sico y Betulia-Río Cocos, informa la
asociación
Las 980 hectáreas
del territorio de Vallecito fueron tituladas a favor del pueblo garífuna
por el Instituto Nacional Agrario (INA), informa Miriam Miranda, en el año de
1997, pero después el crimen organizado se adueñó de una gran parte de su
territorio.
“Nosotros
vivimos el despojo por los proyectos extractivistas, además del narcotráfico,
que cada vez es peor en Honduras. Siente la gente que en cualquier momento la
pueden matar, porque después de 10 años de despojo muchos no hemos podido
regresar a nuestros territorios a habitarlos como debe de ser, sin ninguna
preocupación por que lleguen y nos saquen o nos maten”, refiere Miriam Miranda.
Golpe de Estado
Después del
golpe de Estado en el 2009, cuando perdimos todos los derechos conquistados por
nuestros ancestros, advierte Miranda Chamorro, el narcotráfico y el crimen
organizado se reinstalaron y el despojo se convirtió en una política de
gobierno.
“En el 2012,
hubo una especie de golpe militar técnico, porque el poder legislativo sacó a
los magistrados que habían rechazado varios proyectos de desarrollo. Y este
golpe, que así decidimos llamarlo, sirvió para que el gobierno terminara de
entregar todos nuestros recursos a la minería, a los proyectos energéticos
y a las ciudades modelos, que tanto afectan nuestras comunidades”,
indica.
El 74 por
ciento del territorio garífuna está dentro de las ciudades modelos, informa
Miriam Miranda en entrevista telefónica con Desinformémonos. Estas
ciudades son autónomas, en el sentido de que tendrían sus propias leyes y
gobiernos, ubicadas en uno de los países más violentos del mundo, con un
alto porcentaje de pobreza, sin acceso a la educación ni a la vivienda, con
narcotráfico y un grave problema de migración.
Además, en
Honduras está latente la situación de los monocultivos que afectan la
fertilidad de la tierra, es el caso de la palma africana que destruye los demás
recursos.
Hay un
vaciamiento de las comunidades por el despojo y el destierro para la
imposición de estos proyectos, además de la migración que cada vez se está
llevando a más hondureños a peregrinar por territorios muy peligrosos.
Un claro
ejemplo de lo que ocurre actualmente en Honduras es la libertad de prensa que
en los últimos dos años ha cobrado la vida de casi 34 periodistas: “parece no
haber salida en este país, si defiendes tu territorio te matan; si no aceptas
las cosas como te las quieren imponer, te matan; estamos ante un país dominado
por el narcotráfico”, manifiesta Miriam Miranda.
“Nuestra
seguridad, después del rapto, tiene que correr por cuenta nuestra. El gobierno
dice querer asumirla protegiéndonos con cuerpos de seguridad del Estado, pero
ésta es proporcionada por el mismo Estado que también nos ataca y
reprime. La militarización no es la respuesta para un país dominado por el
crimen organizado, la delincuencia y un gobierno igualmente corrupto”,
advierte la coordinadora de la asociación
“El escenario
actual para el pueblo garinagu, es complicado y más cuando si eres defensor de
los derechos humanos y territoriales. Nosotros hemos hecho audiencias públicas
en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y denunciado las diferentes
violaciones del territorio, y en unos meses tendremos otra en Panamá, lo
que nos pone en una situación cada vez más riesgosa”, expresa Miriam Miranda y
advierte que a pesar de todo, la resistencia cultural, musical y sus
tradiciones espirituales, les permite seguir en la lucha. Actualmente, unas 160
personas habitan el campamento y cada vez están llegando más.
El pueblo
garífuna es afroindígena arahuaca y su cultura se basa en la colectividad y la
defensa de la madre tierra. Además, por estar cerca del mar, éste tiene gran
significado espiritual para el pueblo en sus rituales y ceremonias, pero el
narcotráfico también usa este lugar para transportar la droga.
Garinagu
“Nosotras
trabajamos la tierra, sembramos y la dejamos descansar otra temporada para que
se pueda recuperar, no usamos fertilizantes; pero el Estado se aprovecha de
nuestra forma de pensar para decir, junto con los acaparadores de tierras, que
nosotras no la trabajamos, y que entonces para qué la queremos. Esta es su
excusa para despojarnos de ella”, reclama Miranda Chamorro.
El turismo es
otro de los problemas que enfrenta esta población afroindígena hondureña, pues
pretenden privatizar las playas y el mar es parte importante de su cosmogonía,
expresa Miriam Miranda. El turismo y la llegada de proyectos de urbanización,
advierte, van a afectar nuestra cultura, pues allí está nuestra materia prima
para hacer, por ejemplo, los tambores que construimos para los rituales y
las cosas que utilizamos en la construcción de una casa para las ceremonias y
que también salen del bosque”.
Miriam Miranda,
mujer afroindígena, concluye: “nosotras no vamos a salir de nuestros
territorios, vamos a resistir como hasta ahora lo hemos hecho, desde la cultura
y la resistencia pacífica. Hacemos un llamado a la comunidad internacional que
siempre nos han apoyado y al país entero a que construyamos la paz, a pesar de
lo complicado que es hacerlo acá”.