Hace seis meses estaba viajando de México a Honduras con gran premura, el tiempo se había ralentizado. Tenía que encontrarme con Laura y Salva para poder despedirnos de sus manos y ojos.
La noticia de su asesinato tenía sentido. Días antes de eso estábamos escribiendo juntas el comunicado para denunciar la reactivación al otro lado del río Gualcarque del proyecto Agua Zarca. Le apostábamos a pararlo a través de la denuncia del papel cómplice de los bancos financiadores, eso sí, entendiendo que no había ninguna intención de hacerlo y conociendo la agresividad con la que opera DESA.
Nunca pude creer que usted no estaba, nunca lloré con dolor consumado, lloré de indignación de cómo el mundo había permitido su muerte, de qué seres perversos se habían atrevido a flagelar su cuerpo con balas, de saber que ya no tendría su voz.
Me dio miedo saber lo bien usted nos había preparado para esta noticia, de su confianza en que cuando su voz no estuviera iban a estar las nuestras, las miles para hablar por usted, para seguir gritando lo que siempre gritó: Justicia.
Buscar la justicia ha sido un camino tortuoso, de silencio, pero también un camino lleno de muchos brazos, manos y corazones que no dejarán que Berta Cáceres muera tan impunemente.
A seis meses nos indigna saber que seguimos pidiendo la participación de un Grupo Independiente de Investigación que nos permita saber la verdad de su crimen y que el gobierno golpista y dictatorial de “JOH” siga ignorando nuestra petición.
Nos indigna saber que DESA-Agua Zarca no tiene intensiones de parar el proyecto, que manda a su ingeniera Elsia Paz a los canales más grandes de Honduras para “blanquear” el nombre de la empresa.
Nos indigna el que los bancos como FMO no tienen intensiones de parar el financiamiento a ese proyecto de muerte y saber que siempre supieron lo que estaba pasando, que nunca les importó ni les importa lo que hemos padecido por culpa de su actitud colonialista y su dinero bañado en sangre.
Nos indigna ver la ineptitud de la institucionalidad hondureña en un “caso de prioridad nacional”.
Ahora frecuento una de sus canciones favoritas y me cala el corazón “… y aunque la noche se instala vuelve la luna, vuelve el amor”, ése era uno de sus principios. Usted vivió todas las adversidades posibles y nunca se detuvo y siempre sonrió, se llenó de satisfacción luchando hombro a hombro con su pueblo, haciendo revoluciones en su casa y en las calles.
Y ahora es lo que hacemos: Sonreír y luchar como guerreras, sin perder nunca la esperanza.
Hace seis meses supe que mis brazos, mis manos y mi voz también eran suyos. Hace seis meses le declaré la guerra a la muerte. A seis meses miles de voces han gritado: “Justicia para Berta”
Ese tres de marzo la perdí y me gané un montón de tías y tíos, de hermanos y hermanas.
Seguiremos luchando por usted con sus valores, con su fuerza, con su alegría, sin miedo: a Berta Cáceres no se la asesina.
A mí mami no la mataron y se jodieron los asesinos que querían matarla porque ella está acá, porque ella vive en cada uno y una de nosotras, que mientras sigamos luchando contra esa represa asesina, contra las represas, contra la privatización de los bosques y el oxígeno nosotros vamos a seguir de pie, nosotras vamos a seguir de pie y ahí va a vivir mi mami, ahí va a vivir Berta Cáceres.
Desde el amor cómplice de siempre: Cumpliremos, es una promesa.
¡Hasta la Victoria Siempre, Mami!
Bertha Zúniga Cáceres