Sambo creek, 29 de marzo de 2016.- Las 390 masacres y más de 40 mil
muertos que se han dado en Honduras a partir del año 2009, demuestran
que el país se encuentra en una guerra no declarada, en la que es
incierto identificar enemigo o bando alguno.
A partir del golpe de Estado impulsado por la administración
Obama-Clinton, el narcotráfico acabó de apoderarse de Honduras, país que
suplantó a Guatemala como la bodega de estupefacientes en
Centroamérica. La costa norte se convirtió en un feudo de los cárteles
de la droga, los que fueron apoderándose paulatinamente de enormes
franjas de territorio, además de municipalidades y registros de la
propiedad.
La utilización de la violencia como una forma de control social y
político, es lo que Achille Mbembe, filósofo oriundo del Camerún,
denomina necropolítica, pesadilla que se ha sido oficializada en
Honduras desde el 2009. Las estadísticas de las muertes son
irrefutables, y han colocado a nuestro país deplorablemente como el más
violento del planeta.
La fusión entre empresarios, políticos y narcotraficantes, ha dado
lugar a lo que se puede denominar la república mafiosa. La endeble
cutícula que separaba el crimen organizado de la administración pública
se diluyó, al mismo tiempo que las fuerzas de seguridad fueron
sucumbiendo ante los cañonazos de millones de dólares surgidos del
pingue negocio del trasiego de estupefacientes.
Para el año 2012, la violencia llegó a su más alto nivel, al mismo
tiempo que los “nacionalistas” emprendieron la subasta de franjas
territoriales del país, bajo el nombre de ciudades modelo. A pesar que
las estadísticas maquilladas emitidas por la administración de Juan
Orlando Hernández tratan de minimizar el número de homicidios, en lo que
va del año se han dado trece masacres y un sinnúmero de asesinatos
selectivos, destinado a mantener la zozobra entre los hondureños.
La farsa de la guerra contra las drogas.
Después de 40 años de guerra, miles de millones de dólares
malgastados, las cárceles de Estados Unidos repletas de negros y
latinos; los estupefacientes son de mayor pureza, menor precio y con el
agravante del aumento descontrolado de acceso a la heroína. Estos
hechos ponen en cuestionamiento la efectividad de la farsa de la guerra
contra las drogas, que en América Latina ha implicado la ocupación
militar de territorios en su mayoría indígenas y el desplazamiento de
pueblos y comunidades.
El cinco de mayo del año 2012 apareció un artículo en el New York Times,
intitulado “Lecciones de Irak ayudan a Estados Unidos en su guerra
contra las drogas en Honduras”. Unos días después helicópteros de la
Drug Enforcement Administration (DEA) arremetieron contra un grupo de
Miskitos, asesinando cuatro personas, entre ellas dos mujeres en estado
de gravidez.
El repentino cambio de actitud de los Estados Unidos en relación al
tráfico de drogas, no altero la putrefacción estatal en Honduras. En las
elecciones del 2013, las que fueron alabadas por la OEA y la embajada de Estados Unidos, se
perpetró además de un descarado fraude, un asalto del crimen organizado a
la gobernabilidad al apoderarse de muchas de las alcaldías del país,
las que fueron ocupadas por siniestro personajes.
Para muchos, el contubernio que se ha dado entre la narco política y
la estrategia de control imperial de los Estados Unidos, demuestra que
realmente el trasfondo de la supuesta guerra contra las drogas va más
allá de la supresión del trasiego de estupefacientes y el trasfondo es
el control territorial. Basta Pensar en la relación del ex presidente
colombiano Alvaro Uribe, señalado por la DEA como aliado de Pablo
Escobar y posteriormente convertido en la mano derecha de Washington en
Sudamerica.
La Desmilitarización del territorio Garífuna
El pueblo garífuna está convencido de la urgencia de impulsar nuevas
estrategias en la problemática de las drogas, y reafirmar la
importancia de los derechos humanos, haciendo en un enfoque de salud,
abandonando la visión militar. Es urgente la desmilitarización de
nuestras comunidades, evitando la criminalización de la población, al
mismo tiempo que se erradique las estructuras de poder económico y
político contaminadas por el narcotráfico, de las cuales las fuerzas de
seguridad y agencias extranjeras poseen suficiente información.
Es por eso que nos plegamos a la Caravana por la Paz la Vida y la
Justicia, que se encamina hacia Estados Unidos, para hacer escuchar
nuestra voz en la reunión de la UNGASS, en las Naciones Unidas, donde
los Estados debatirán el futuro de las nuevas estrategias sobre las
drogas, reunión que se llevara a cabo entre los días 19 al 21 de abril
próximo.
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH