viernes, 31 de julio de 2015

ANTES Y DESPUÉS DE LA HUELGA DE HAMBRE DE LA INDIGNACIÓN AGRADECIMIENTO DESDE LA RED NACIONAL DE DEFENSORAS DE DERECHOS HUMANOS EN HONDURAS


Hoy nos levantamos más temprano que otros días... como cuando va a pasar algo que te marca la vida, esos acontecimientos de los que se queda hablando, fue antes de... o después de...
Después que se vayan las y los compas en huelga de hambre va a cambiar el ritmo de este ruidoso pueblón que es capital de un país secuestrado por delincuentes confesos y cada quien volverá a su casa y a su ritmo y seguro a su lucha, extrañaremos lo que terminó siendo el paseo del tiempo robado al día, al trabajo o al descanso, donde una iba a abrazar y que te abrazaran, a enternecerse el alma que aunque con tanto golpe se niega a endurecerse.
Las huelgas de hambre son siempre un espacio para hablar de política, vos llevas el pulso de afuera y quienes están en huelga, en la burbuja que provoca el no poder moverse, aunque se escuche noticias tooodo el día, tornan un ir y venir de saberes, comentarios, risas, chismes, enojos, asombros, confusiones, disensos y consensos que hacen del abrazo una complicidad de saberse compañeras y compañeros y de los cuidados, un entender que no en todo estamos de acuerdo, pero que podemos estar en los mismos espacios y avanzar en los objetivos más próximos.
Los campamentos de las huelgas de hambre que son la casa de quienes renuncian a su cotidiano, para quienes renuncian al comer y para quienes se quedan a cuidarles, pero igual renuncian al hogar, horarios, rutinas, familia, compromisos y detienen el tiempo en una pausa de la canción de sus vidas, hacen una cotidianidad nueva y temporal que evidencia lo importante e invisibilizado del aporte del cuidado que históricamente hemos hecho casi en exclusividad las mujeres; allí estamos otra vez, barriendo esa nueva casa, distribuyendo los espacios, moviendo las sillas y los pertrechos en una lógica heredada de la práctica de siempre hacerlo, lavamos la ropa, cocemos las hierbas y llevamos los té que calman, los té que duermen, la palabra cariñosa que les hace compartir a quienes allí están los recuerdos de lo que han dejado porque reconociéndolo o no como una práctica feminista, nos concedemos el permiso de hablar de lo personal como una cosa política.
Esta huelga de hambre que parecía diluirse rápido por el efímero paso de quienes la iniciaron, superó las expectativas en tiempo por lo que implica sostenerlas, por la voluntad que debe reflejarse en compromiso militante de quienes se vuelven parte, como no mencionar a Mary, Arnold, Sandra Marybel, Gildan, Wendy, Tomy, Sandra, Eduardo, Mario, Helen, Alejandro, Hermes, y hasta los molestos e imposibles encargados del centro de acopio de la esquina que en un caótico convivir de alguna forma hicieron que tanta gente llevara agua, miel, jugos, colchas, toldos, té, termos, y sí hubieron organizaciones y eso es importante y necesario, pero que privilegio el de esas organizaciones de contar con personas que dan su vida y hacen la pausa de la canción que otras vidas marcan pero a la que ellas y ellos se pegan en un compás sincopado.
También hubieron Doctoras y Doctores tomando a diario y sin falta alguna, el pulso del cuerpo y del alma, diciendo con palabras cariñosas qué hacer para estar bien dentro de todo. Gracias a los Doctores Gaspar, Jesús y la Doctora Ligia, les recordaremos siempre por su disposición sin horario.
Y cómo no mencionar sin mencionarles a todas las personas que por allí pasaron a saludar, a abrazarles, a decirles el orgullo que les provocaba conocerles, a preguntarles cómo se sentían, a quienes llevaron su canto, su arte, su película, sus fotos, sus masajes, todo eso alimentó con amor a quienes aguantaban hambre.
Después de la huelga de hambre y nos sentemos a recordar quiénes la hicieron, hablaremos del peculiar canasto de pelo de Christian que llegó desde Intibucá junto a Jorge y Ever, de Denis de Valle que junto a Minilio de la Mosquitia disfrutaban tanto de la música, de Haydé del Progreso, de Wilfredo de Tegus, de Elmer de Olancho a quien no lo detuvieron sus muletas, a José, Vitalino, Digna, Daniel, Alexander, Angelito del Aguán, Abel de Zacate Grande, a Orlando, Juan, Adán y José, los primos Rodríguez de la comunidad indígena tolupana de Candelaria, a don Ricardo y Franklyn de Tela que a pesar de haber tenido que salir por salud se quedaron apoyando el cuidado y las tareas logísticas, a quienes se fueron por pensar que debía hacerse de otra forma: German de San Pedro Sula, Melvin y Stalyn de La Ceiba, Obed del Aguán y Gerson de Santa Bárbara.
Antes de la huelga de hambre de 2015 el pueblo Tolupán era una etnia que nos enseñaban a recitar en la escuela, ahora son y seguirán siendo los nombres de Alejandra, José María, Sergio, Santos, Ramón, Juan y Darlyn y su exigencia de que capturen a los sicarios que andan sueltos en Locomapa y siguen perpetrando muerte y asedio en sus comunidades sean encarcelados será la lucha de mucha gente en lo que construyamos después de esta huelga de hambre de la Indignación, en la mesa que nos siga, donde toca alimentarla y alimentarnos con la certeza que nuestros derechos han sido siempre conquistados.
Desde las Mesas de la Indignación abracemos las luchas de los pueblos ancentrales en la construcción de nuestras autonomías territoriales para que la lógica del despojo y del saqueo de este modelo extractivista que entre mineras, tala de bosque, ciudades modelo, represas hidroeléctricas, femicidios, políticas de persecusión y muerte a quienes pensamos diferente, a quienes tenemos opciones sexuales diferentes, a quienes desafiamos la libertad de expresión, la educación pública y laica, a quienes defendemos el derecho a un trabajo digno, mantengamos la antorcha de la indignación hace tiempos encendida, con nuevos fulgores.

¡¡Salud por las y los huelguistas de hambre!!

Tegucigalpa, 31 de Julio de 2015.