lunes, 28 de noviembre de 2016

Proclama Encuentro Feminista “Territorios Rebeldes”



Nosotras mujeres garífunas, indígenas, estudiantes, artistas, defensoras de derechos humanos, obreras, profesionales. Nosotras mujeres rebeldes,  hijas del maíz, hechas de memoria, fuego indomable y libertad. Hoy en el Encuentro Feminista de la Región Nor-Occidental, “Territorios Rebeldes”, en la comunidad del Triunfo, Tela, territorio ancestral y sagrado, unimos nuestras energías, mentes y corazones para desarticular la lógica patriarcal que separa a las mujeres y construimos con hilos de cariño, sororidad y respeto, espacios de lucha y recuperación de nuestros territorios.

1. Nuestros cuerpos son nuestro primer territorio. Es desde aquí que comienza la historia de nuestro pueblo. Es este primer espacio colonizado y pactado, nuestro primer espacio de lucha. Hoy más que nunca estamos claras que este es el lugar de inicio porque no puede haber descolonización de nuestra Honduras, mientras nuestros cuerpos continúen controlados y violentados. Mientras nos obliguen a una maternidad temprana y forzada. Mientras se nos niegue el placer y el disfrute de nuestra sexualidad. Mientras los hombres negocien y traten con nuestros cuerpos. Mientras nuestros saberes sean minimizados. Por eso, pactamos que colectivamente vamos a luchar para:

Encontrar el poder y el placer que habita en nuestros territorios-cuerpos y enfrentar años de colonización descubriendo la alegría del disfrute, de la libertad y la autonomía. Para eso nos necesitamos a nosotras y a las otras, para conspirar, para plantar, para reaprender.

Que los espacios en los que participamos entiendan que mientras nuestros cuerpos sean controlados, la lucha por la defensa de los territorios es incompleta e incoherente. Que luchar en contra de la minería, las represas, los mega-proyectos turísticos, deben estar a la par de la lucha contra las violencias que enfrentamos las mujeres, del derecho a los métodos anticonceptivos y el aborto para que las maternidades sean libres y decididas, del derecho a vestir como queramos. En fin del derecho a ser territorios verdaderamente libres. La liberación de nuestros cuerpos, no son luchas secundarias. Deben ser el principio de una real transformación de un país distinto.

2. La relación de las mujeres  con la madre tierra es una relación especial. Sabemos que no somos dueñas o propietarias de nada. Nosotras somos ella y ella somos nosotras. Nuestras comunidades dependen de ella y ella depende del cuidado de nuestras comunidades. Hoy nuestra madre tierra está en peligro, ha sido dañada y nosotras asumimos el llamado que la historia actual de nuestro país requiere.


Comenzar por respeto de lo sagrado de la madre tierra y la relación personal con ella, rescatando las cosmovisiones culturales ancestrales, nos llama a revisar nuestras acciones cotidianas para no generar daños directos o indirectos que la destruyan haciendo prácticas del buen vivir.

Luchar contra el modelo extractivista patriarcal, que no solo se lleva o extrae nuestros bienes comunes y naturales, sino nuestros espíritu y vida es una prioridad en este momento. La alianza entre el patriarcado y el modelo extractivista es evidente. Ambos matan nuestros territorios, nos violentan y acaban con nuestras vidas. Debemos fortalecer las luchas existentes y construir estrategias en las comunidades y ciudades que defiendan nuestros territorios. Apuntar a que se deroguen las concesiones y los proyectos extractivistas. Que se vayan y dejen nuestras comunidades renacer.

§  Para las mujeres además de los efectos macros este modelo tiene implicaciones diarias en nuestra salud, desempleo, falta de agua y alimentos, esclavitud sexual, desintegración de nuestras familias, violencia sexual, miedo.

El derecho a la autodeterminación de los pueblos y la aplicación del convenio 169 de la OIT, cabildos abiertos es una prioridad de incidencia para esta lucha. Es necesario que volvamos a caminar en nuestros territorios sin miedo, a sumergirnos en los mares y ríos sin permisos. Debemos recuperar las cosmovisiones, las lenguas, la sabiduría ancestral. Es necesario construir nuevas formas de relacionamiento que desmantelen el Estado actual y que den sustentabilidad a nuestras vidas y relaciones.

Debemos apostar por el buen vivir desde la economía feminista y  fortalecer las redes de comunicación alternativa.

La memoria histórica de las luchas que enfrentamos las mujeres debe quedar escrita de nuestro puño y letra. Nuestras heroínas Berta Cáceres, Margarita Murillo, Magdalena Morales, Gladis Lanza y muchas otras compañeras que a diario confrontan este sistema, no serán olvidadas.

3. Nuestros territorios se encuentran cautivos de la violencia impulsada por el mismo Estado, lo que genera desplazamiento forzado y migración. Nosotras no queremos “el sueño americano” alimentado por la esclavitud de nuestros pueblos. No queremos dejar nuestras comunidades, nuestras familias, nuestra historia.

Cuando las mujeres vivimos los procesos de desplazamiento y migración enfrentamos las realidades más duras y cruentas las historias en la ruta migratoria, sino que en muchos casos nos vemos obligadas a migrar, buscando salidas a las  violencias que se ejerce en territorios controlados por redes  de hombres ligados al crimen organizado o por inversionistas que gozan de la protección del ejército o policías para desarrollar sus inversiones en temas de minería, hidroeléctricas, o palma africana. Necesitamos crear redes de apoyos nacionales e internacionales que nos acojan y den seguridad.

Los que nos despojan de nuestras tierras y comunidades están siendo respaldados por policías y militares.

El empobrecimiento al que ha sido sometido nuestro pueblo,  genera desplazamiento forzado.

Como defensoras de derechos humanos que cotidianamente somos perseguidas enfrentamos riesgos de vernos forzadas a desplazarnos de nuestras comunidades. Es necesario defender el derecho a defender con seguridad.

4. El proceso de re-militarización genera  violencias en nuestros cuerpos y vidas. Es un control masculino, patriarcal y violento en nuestras comunidades, convirtiendo a las mujeres en territorio de guerra. 

§  Uno de los fundamentos políticos e ideológicos del Estado hondureño, es la ideología militar, que por ahora constituye la base principal que permite al Estado establecer el ejercicio del miedo y la represión. Su característica principal es el uso de la violencia y el reforzamiento de la misoginia, homofobia, xenofobia. Es necesario desarticular el pensamiento militarista en nuestras vidas. Comenzando desde el lenguaje hasta el concepto de seguridad. Para nosotras las mujeres la seguridad pasa por los espacios íntimos, privados y públicos. Por el goce de nuestras libertades. Por el derecho a no vivir ni encerradas ni con miedos.

Debemos construir realidades de seguridad distinta, comunitaria y colectiva. No necesitamos armas, policías y militares en nuestros territorios. Los militares en las calles y nuestras comunidades nos acosan y persiguen. Ellos no están formados para brindarnos seguridad, si no para la guerra, que muchas veces es contra nuestros cuerpos y vidas.

Rechazamos la policía militar y cualquier intervención de las fuerzas Armadas en la seguridad de nuestro pueblo. La lucha debe ser por derogarla y no permitir que el Estado continúe invirtiendo en armas que asesinan a nuestro pueblo.

La violencia, particularmente en la zona noroccidental, sin lugar a dudas obedece a fines específicos que buscan alcanzar objetivos, políticos, económicos y militares. Porque ¿Quién se beneficia con de la seguridad en este país? ¿A quiénes pertenecen las empresas de seguridad?, Quienes están coludidos con el crimen organizado y narcotráfico? La militarización es también un negocio que beneficia a quienes tienen el poder.  Debemos apuntar a luchar contra quienes están detrás de estas realidades.

Debemos construir desde nosotras, desde nuestras comunidades, plataformas de paz y vida, desde donde podamos intercambiar nuestras cosmovisiones, experiencias y sueños.

5. Las violencias contra las mujeres son una guerra normalizada contra nuestros cuerpos. A diario enfrentamos violencia doméstica, violencia sexual, desapariciones, trata, feminicidios, sin que nadie haga nada.

Si tocan a una nos tocan a todas. El compromiso de asumir este principio pasa por un esfuerzo colectivo de protegernos, acompañarnos y exigir de compañeros, organizaciones y funcionarios públicos respuestas reales para las violencias que enfrentamos. Nuestra organización es clave.

Es necesario afianzar que la responsabilidad de las violencia que enfrentamos las mujeres es del Estado y el sistema patriarcal que genera prácticas culturales que refuerzan el odio a las mujeres. No permitimos que las violencias que enfrentamos las mujeres sean tratadas como un problema privado. Las violencias contra las mujeres son un problema de seguridad pública.

Las mujeres también enfrentamos violencia en muchos espacios mixtos donde participamos. Es tiempo de generar cambios en todos los niveles. No vamos a callar.

Debemos apostar a que la niñez y la juventud no viva las diferentes formas  de violencias que hemos enfrentado.

 Es urgente buscar la manera de sanar nuestros cuerpos y mentes del daño, del  dolor y las perdidas.

Los feminismos son un punto de partida para construir una matria. El feminismo no busca aplastar al hombre ni violentarlo. El feminismo quiere un mundo diferente, con relaciones justas, sin violencias y discriminación. Es necesario que los hombres con quienes luchamos entiendan esto.

Por eso hoy frente al mar, en este territorio sagrado, reconociendo los poderes y saberes ancestrales en cada, conectadas con las fuerzas de Berta, Margarita, Magdalena, Gladis y cientos de mujeres que en Honduras y en el mundo desafían la lógica patriarcal, colonialista, militarista y capitalista. Nos encontramos y comprometemos a caminar desde cada espacio conectadas por los sueños, las rebeldías y las irreverencias. Gritando todas, con distintas voces “Soy un cuerpo en Libertad. Mi territorio no es propiedad”

El Triunfo de la Cruz,  Municipio de Tela, Atlántida.

26 de Noviembre 2016