Nosotras mujeres garífunas, indígenas, estudiantes,
artistas, defensoras de derechos humanos, obreras, profesionales. Nosotras
mujeres rebeldes, hijas del maíz, hechas de
memoria, fuego indomable y libertad. Hoy en el Encuentro
Feminista de la Región Nor-Occidental, “Territorios Rebeldes”, en la comunidad
del Triunfo, Tela, territorio ancestral y sagrado, unimos nuestras energías,
mentes y corazones para desarticular la lógica patriarcal que separa a las
mujeres y construimos con hilos de cariño, sororidad y respeto, espacios de
lucha y recuperación de nuestros territorios.
1. Nuestros cuerpos
son nuestro primer territorio. Es desde aquí que comienza la historia de
nuestro pueblo. Es este primer espacio colonizado y pactado, nuestro primer
espacio de lucha. Hoy más que nunca estamos claras que este es el lugar de
inicio porque no puede haber descolonización de nuestra Honduras, mientras
nuestros cuerpos continúen controlados y violentados. Mientras nos obliguen a
una maternidad temprana y forzada. Mientras se nos niegue el placer y el
disfrute de nuestra sexualidad. Mientras los hombres negocien y traten con
nuestros cuerpos. Mientras nuestros saberes sean minimizados. Por eso, pactamos
que colectivamente vamos a luchar para:
Encontrar el poder y
el placer que habita en nuestros territorios-cuerpos y enfrentar años de
colonización descubriendo la alegría del disfrute, de la libertad y la
autonomía. Para eso nos necesitamos a nosotras y a las otras, para conspirar,
para plantar, para reaprender.
Que los espacios en
los que participamos entiendan que mientras nuestros cuerpos sean controlados,
la lucha por la defensa de los territorios es incompleta e incoherente. Que
luchar en contra de la minería, las represas, los mega-proyectos turísticos,
deben estar a la par de la lucha contra las violencias que enfrentamos las
mujeres, del derecho a los métodos anticonceptivos y el aborto para que las
maternidades sean libres y decididas, del derecho a vestir como queramos. En
fin del derecho a ser territorios verdaderamente libres. La liberación de
nuestros cuerpos, no son luchas secundarias. Deben ser el principio de una real
transformación de un país distinto.
2. La relación de las mujeres con la madre tierra es una relación especial.
Sabemos que no somos dueñas o propietarias de nada. Nosotras somos ella y ella
somos nosotras. Nuestras comunidades dependen de ella y ella depende del
cuidado de nuestras comunidades. Hoy nuestra madre tierra está en peligro, ha
sido dañada y nosotras asumimos el llamado que la historia actual de nuestro
país requiere.
Comenzar por respeto
de lo sagrado de la madre tierra y la relación personal con ella, rescatando
las cosmovisiones culturales ancestrales, nos llama a revisar nuestras acciones
cotidianas para no generar daños directos o indirectos que la destruyan
haciendo prácticas del buen vivir.
Luchar contra el
modelo extractivista patriarcal, que no solo se lleva o extrae nuestros bienes
comunes y naturales, sino nuestros espíritu y vida es una prioridad en este
momento. La alianza entre el patriarcado y el modelo extractivista es evidente.
Ambos matan nuestros territorios, nos violentan y acaban con nuestras vidas. Debemos
fortalecer las luchas existentes y construir estrategias en las comunidades y
ciudades que defiendan nuestros territorios. Apuntar a que se deroguen las
concesiones y los proyectos extractivistas. Que se vayan y dejen nuestras
comunidades renacer.
§ Para las mujeres además
de los efectos macros este modelo tiene implicaciones diarias en nuestra salud,
desempleo, falta de agua y alimentos, esclavitud sexual, desintegración de
nuestras familias, violencia sexual, miedo.
El derecho a la
autodeterminación de los pueblos y la aplicación del convenio 169 de la OIT,
cabildos abiertos es una prioridad de incidencia para esta lucha. Es necesario
que volvamos a caminar en nuestros territorios sin miedo, a sumergirnos en los
mares y ríos sin permisos. Debemos recuperar las cosmovisiones, las lenguas, la
sabiduría ancestral. Es necesario construir nuevas formas de relacionamiento
que desmantelen el Estado actual y que den sustentabilidad a nuestras vidas y
relaciones.
Debemos apostar por
el buen vivir desde la economía feminista y
fortalecer las redes de comunicación alternativa.
3. Nuestros territorios se encuentran cautivos de la
violencia impulsada por el mismo Estado, lo que genera desplazamiento forzado y
migración. Nosotras no queremos “el sueño americano” alimentado por la esclavitud
de nuestros pueblos. No queremos dejar nuestras comunidades, nuestras familias,
nuestra historia.
Cuando las mujeres vivimos los procesos de desplazamiento y migración
enfrentamos las realidades más duras y cruentas las historias en la ruta
migratoria, sino que en muchos casos nos vemos obligadas a migrar, buscando salidas
a las violencias que se ejerce en
territorios controlados por redes de
hombres ligados al crimen organizado o por inversionistas que gozan de la
protección del ejército o policías para desarrollar sus inversiones en temas de
minería, hidroeléctricas, o palma africana. Necesitamos crear redes de apoyos
nacionales e internacionales que nos acojan y den seguridad.
Los que nos despojan
de nuestras tierras y comunidades están siendo respaldados por policías y
militares.
El empobrecimiento al
que ha sido sometido nuestro pueblo,
genera desplazamiento forzado.
Como defensoras de
derechos humanos que cotidianamente somos perseguidas enfrentamos riesgos de
vernos forzadas a desplazarnos de nuestras comunidades. Es necesario defender
el derecho a defender con seguridad.
4. El proceso de
re-militarización genera violencias en
nuestros cuerpos y vidas. Es un control masculino, patriarcal y violento en
nuestras comunidades, convirtiendo a las mujeres en territorio de guerra.
§ Uno de los
fundamentos políticos e ideológicos del Estado hondureño, es la ideología
militar, que por ahora constituye la base principal que permite al Estado
establecer el ejercicio del miedo y la represión. Su característica principal
es el uso de la violencia y el reforzamiento de la misoginia, homofobia,
xenofobia. Es necesario desarticular el pensamiento militarista en nuestras vidas.
Comenzando desde el lenguaje hasta el concepto de seguridad. Para nosotras las
mujeres la seguridad pasa por los espacios íntimos, privados y públicos. Por el
goce de nuestras libertades. Por el derecho a no vivir ni encerradas ni con
miedos.
Debemos construir
realidades de seguridad distinta, comunitaria y colectiva. No necesitamos
armas, policías y militares en nuestros territorios. Los militares en las calles
y nuestras comunidades nos acosan y persiguen. Ellos no están formados para
brindarnos seguridad, si no para la guerra, que muchas veces es contra nuestros
cuerpos y vidas.
Rechazamos la policía
militar y cualquier intervención de las fuerzas Armadas en la seguridad de
nuestro pueblo. La lucha debe ser por derogarla y no permitir que el Estado
continúe invirtiendo en armas que asesinan a nuestro pueblo.
La violencia,
particularmente en la zona noroccidental, sin lugar a dudas obedece a fines
específicos que buscan alcanzar objetivos, políticos, económicos y militares.
Porque ¿Quién se beneficia con de la seguridad en este país? ¿A quiénes
pertenecen las empresas de seguridad?, Quienes están coludidos con el crimen
organizado y narcotráfico? La militarización es también un negocio que
beneficia a quienes tienen el poder. Debemos
apuntar a luchar contra quienes están detrás de estas realidades.
Debemos construir
desde nosotras, desde nuestras comunidades, plataformas de paz y vida, desde
donde podamos intercambiar nuestras cosmovisiones, experiencias y sueños.
5. Las violencias contra las mujeres son una guerra
normalizada contra nuestros cuerpos. A diario enfrentamos violencia doméstica,
violencia sexual, desapariciones, trata, feminicidios,
sin que nadie haga nada.
Si tocan a una nos
tocan a todas. El compromiso de asumir este principio pasa por un esfuerzo
colectivo de protegernos, acompañarnos y exigir de compañeros, organizaciones y
funcionarios públicos respuestas reales para las violencias que enfrentamos.
Nuestra organización es clave.
Es necesario afianzar
que la responsabilidad de las violencia que enfrentamos las mujeres es del
Estado y el sistema patriarcal que genera prácticas culturales que refuerzan el
odio a las mujeres. No permitimos que las violencias que enfrentamos las
mujeres sean tratadas como un problema privado. Las violencias contra las
mujeres son un problema de seguridad pública.
Las mujeres también
enfrentamos violencia en muchos espacios mixtos donde participamos. Es tiempo
de generar cambios en todos los niveles. No vamos a callar.
Debemos apostar a que
la niñez y la juventud no viva las diferentes formas de violencias que hemos enfrentado.
Es urgente buscar la
manera de sanar nuestros cuerpos y mentes del daño, del dolor y las perdidas.
Los feminismos son un
punto de partida para construir una matria. El feminismo no busca aplastar al
hombre ni violentarlo. El feminismo quiere un mundo diferente, con relaciones
justas, sin violencias y discriminación. Es necesario que los hombres con
quienes luchamos entiendan esto.
Por eso hoy frente al
mar, en este territorio sagrado, reconociendo los poderes y saberes ancestrales
en cada, conectadas con las fuerzas de Berta, Margarita, Magdalena, Gladis y
cientos de mujeres que en Honduras y en el mundo desafían la lógica patriarcal,
colonialista, militarista y capitalista. Nos encontramos y comprometemos a
caminar desde cada espacio conectadas por los sueños, las rebeldías y las
irreverencias. Gritando todas, con distintas voces “Soy un cuerpo en Libertad.
Mi territorio no es propiedad”
El Triunfo de la Cruz,
Municipio de Tela, Atlántida.
26 de Noviembre 2016