1 de Julio del 2017.- Las declaraciones vertidas por Julieta Castellanos,
actual rectora de la Universidad Nacional “Autónoma” de Honduras, a los
medios de comunicación, en las cuales señala que “algunas
Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), están detrás de los
movimientos estudiantiles que se toman los edificios de ciudad
universitaria”.
A la rectora desafortunadamente se le olvida la condición de publica que tiene la universidad, ademas de ser el alma mater,
de integrantes de la sociedad civil que acompañamos al movimiento
estudiantil. Nuestra preocupación va más allá de nuestros quehaceres
cotidianos, y como ciudadanos nos encontramos preocupados por el proceso
de privatización de la educación superior disfrazada de reforma
universitaria impulsada por los organismos financieros internacionales.
Como buena parte de la derecha del país, la Sra. Castellanos se
encuentra anclada en la guerra fría, y alude a la participación del
Comité de Solidaridad con el Movimiento Estudiantil, como si fuera una
estrategia para efectuar un asalto a las instituciones estatales, según
ella “siguiendo la gesta histórica de la Revolución Cubana”.
Las elucubraciones “políticas” efectuadas por la rectora, no es más
que una apología al status quo, y a la dictadura civil existente en el
país, la cual defiende de forma vehemente, a pesar de las políticas de
violaciones a los derechos humanos del pueblo hondureño, que ella misma
ha sufrido en carne propia, pero lo cual olvida para perpetuarse en su
cargo como rectora.
La marcha del estudiantado universitario efectuada el día jueves 29
de junio, desvaneció las afirmaciones de funcionarios estatales que
minimizaban los reclamos de los estudiantes, los que han sido reprimidos
y judicializados por defender sus derechos. La multitud que marchó el
día jueves 29, exigiendo cese a la criminazalización de los estudiantes,
el respeto a la autonomía y la renuncia de la rectora, demostraron que
no eran un grupúsculo y reafirmaron el poder con que cuenta el
movimiento estudiantil universitario, motor de cambios políticos además
de ser el presente y futuro del país.
A ocho años de haberse dado el golpe de estado, el colapso del país
es evidente. El narcoestado imperante, y la violencia imparable -a pesar
del maquillaje de las estadísticas- Honduras comienza a despertar del
letargo inducido en que vivimos.
Por eso “ Si nos organizamos, podemos todo”
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH