Por: Tomy Morales
Tegucigalpa M.D.C. lunes 28 de marzo del 2016. Dos fotografías acompañan a la michoacana María Elena Magdaleno, en ellas los rostros de sus once familiares desaparecidos, entre ellos sus seis hijos.
En su cabeza asoman las canas de los años de sufrimiento y el rastro del dolor en su semblante, su voz se entrecorta, un nudo en la garganta y las lágrimas que se dejan caer por las facciones de María, al recordar a la gente que cree que no volverá a ver, pero que a la vez su corazón contrasta con la esperanza de encontrar aunque sea sus cuerpos para darles un adiós digno hacia la eternidad.
A raíz de la desaparición de sus hijos se trasladó al Distrito Federal, los primeros en desaparecer fueron cuatro hijos, dos sobrinos y el esposo de una nieta, esto sucedió el 28 de noviembre del 2008 cuando ellos viajaron a Guerrero, la última vez que los vieron fue en la comunidad de Atoyac de Álvarez.
“Ese mismo día inicio la búsqueda porque a nosotros se nos hizo extraño que no llegaran a la hora fija que tenían que llegar, recuerdo bien, era un sábado, mis hijos debían llegar a las seis de la mañana el domingo, a partir de allí empezamos la búsqueda, pensando en que se les pudo haber descompuesto la camioneta o algo” dijo la acongojada madre.Magdaleno manifestó que “a partir de esa fecha los hemos estado buscando y jamás hemos tenido respuesta del gobierno, cuando empezamos las investigaciones mis otros hijos y yo pudimos darnos cuenta, de quienes se los llevaron, donde los tuvieron, había una riña entre unos narcotraficantes apoyados por el gobierno desde luego”.
El día de la desaparición de los familiares de María le habían asesinado toda la familia a un narco de nombre Rubén Granados Vargas y éste en represalia mando “levantar” a toda la gente extraña que anduviera por allí.
Prosiguió Magdaleno que “en las investigaciones nos dimos cuenta que en la casa de ese señor tuvieron a mis hijos porque allí aparece una llamada de uno de mis hijos, ellos no tenían nada que hacer en ese lugar, nos dimos cuenta hasta donde estaba metido el gobierno y se lo hicimos saber a nuestro Ministerio Público, pero algo curioso las investigaciones no avanzaban porque no teníamos sustento jurídico para eso, hasta ahora que hicieron investigaciones que todo lo que les dijimos desde un inicio era cierto”. Nuevo sufrimiento, dos años y un mes después de la desaparición de los seis familiares, después de este hecho María no quería que sus otros hijos salieran a trabajar, pero tenían familia que mantener, así que tuvieron que ir a buscar el sustento al estado de Veracruz. Los desaparecieron en el municipio de Pozarica, dos hijos más (Luis Armando y Gustavo), el sobrino y esposo de una nieta, pasaron a ser los nuevos rostros de las fotografías que ella carga contando su historia y sin esperanza de volverlos a ver con vida.
En su cabeza asoman las canas de los años de sufrimiento y el rastro del dolor en su semblante, su voz se entrecorta, un nudo en la garganta y las lágrimas que se dejan caer por las facciones de María, al recordar a la gente que cree que no volverá a ver, pero que a la vez su corazón contrasta con la esperanza de encontrar aunque sea sus cuerpos para darles un adiós digno hacia la eternidad.
A raíz de la desaparición de sus hijos se trasladó al Distrito Federal, los primeros en desaparecer fueron cuatro hijos, dos sobrinos y el esposo de una nieta, esto sucedió el 28 de noviembre del 2008 cuando ellos viajaron a Guerrero, la última vez que los vieron fue en la comunidad de Atoyac de Álvarez.
“Ese mismo día inicio la búsqueda porque a nosotros se nos hizo extraño que no llegaran a la hora fija que tenían que llegar, recuerdo bien, era un sábado, mis hijos debían llegar a las seis de la mañana el domingo, a partir de allí empezamos la búsqueda, pensando en que se les pudo haber descompuesto la camioneta o algo” dijo la acongojada madre.Magdaleno manifestó que “a partir de esa fecha los hemos estado buscando y jamás hemos tenido respuesta del gobierno, cuando empezamos las investigaciones mis otros hijos y yo pudimos darnos cuenta, de quienes se los llevaron, donde los tuvieron, había una riña entre unos narcotraficantes apoyados por el gobierno desde luego”.
El día de la desaparición de los familiares de María le habían asesinado toda la familia a un narco de nombre Rubén Granados Vargas y éste en represalia mando “levantar” a toda la gente extraña que anduviera por allí.
Prosiguió Magdaleno que “en las investigaciones nos dimos cuenta que en la casa de ese señor tuvieron a mis hijos porque allí aparece una llamada de uno de mis hijos, ellos no tenían nada que hacer en ese lugar, nos dimos cuenta hasta donde estaba metido el gobierno y se lo hicimos saber a nuestro Ministerio Público, pero algo curioso las investigaciones no avanzaban porque no teníamos sustento jurídico para eso, hasta ahora que hicieron investigaciones que todo lo que les dijimos desde un inicio era cierto”. Nuevo sufrimiento, dos años y un mes después de la desaparición de los seis familiares, después de este hecho María no quería que sus otros hijos salieran a trabajar, pero tenían familia que mantener, así que tuvieron que ir a buscar el sustento al estado de Veracruz. Los desaparecieron en el municipio de Pozarica, dos hijos más (Luis Armando y Gustavo), el sobrino y esposo de una nieta, pasaron a ser los nuevos rostros de las fotografías que ella carga contando su historia y sin esperanza de volverlos a ver con vida.
“De igual manera se los llevan intempestivamente, mi hijo llamó a su esposa antes de llegar para decirle que se había averiado un puente porque acababa de pasar el huracán cat, tenían que dar vuelta, empezamos de nuevo la búsqueda pero esta vez, ya más despiertos sabiendo cómo hacerlo, dimos parte al gobierno sabíamos que no iba a avanzar”.Según Magdaleno debido a las investigaciones “nos dimos cuenta que también fue la policía, fueron ellos porque la misma red de teléfonos nos iba diciendo por donde los tuvieron”.
El total de desaparecidos de la familia de Magdaleno son 11 personas añadió que “busque ayuda, pensando que era la única persona que estaba viviendo esta situación, cuando inicio la primera caravana me entero que esto era a nivel nacional, en todos los lugares que íbamos salía la gente a decirnos que se les había desaparecido un pariente”.
Con voz entrecortada y enjugando sus lágrimas, con las dos fotografías que la acompañan siempre en su pecho, Magdaleno dijo que “queriendo encontrar a mis hijos solo he encontrado mucho dolor y más dolor, esto muy lejos de detenerme de asustarme, me lleno de fe para seguir buscando”.
Magdaleno ya no busca a sus 11 “ángeles” sino a cada uno de los seres queridos que están fuera de sus hogares, las y los que fueron arrancados de sus familias agregó que “hemos tenido la dicha de encontrar a varias personas, y me doy cuenta que hay gente mucho más valiente que nosotros, ellos se han lanzado a buscar con sus propias manos, sus herramientas, mente y el corazón a buscar a su gente y la han encontrado en fosas clandestinas, nosotros mismos debemos buscarlos”.