lunes, 15 de junio de 2015

“Economía Verde” en Honduras, los impactos de una política más de los G-7 para seguir saquenado nuestros territorios


Palabras de Bertha Zúniga Cáceres en la gira de denuncia a las políticas de los G-7 a propósito de su encuentro en Alemania en el mes de junio.

Como resultado de un modelo de consumo insostenible para la vida se ha producido un desgaste sin presedentes en la naturaleza que entre sus consecuencias se encuentran el calentamiento global que amenaza la vida en nuestro planeta y para dar una respuesta a este fenómeno las potencias económicas del mundo han diseñado una serie de medidas que en su discurso servirán para frenar la acelerada destrucción de la madre naturaleza, de ahí surge la llamada “Economía Verde”.

Al aceptar las potencias económicas que el sistema capitalista produce alteraciones del clima a nivel mundial entró en vigor el “Protocolo de Kioto” en el año 2005, que no fue ratificado por los Estados Unidos, este planteaba la urgencia de reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 80% para el año 2012.

A partir de este contexto comienzan la implementación de una serie de proyectos suspuestamente ambientalistas y que se autodenominan “Verdes”, de producción de “energía limpia” que no cuestionan la producción capitalista que nos ha llevado a la crisis ambiental, sino que han creado un nuevo mercado en el cual la naturaleza es mercancía de una manera no vista antes.

Las potencias del G-7 decidiendo sobre el mundo han diseñado una nueva estrategia para seguir apropiándose de la vida y seguir profundizando la concentración de la riqueza y estos se implementan en nuestras regiones.

Es en este contexto los pueblos originarios principalmente nos encontramos en una gran amenaza ya que para hacer funcionar a la “Economía Verde” nuestros territorios, en los que por milenios se han preservado los bienes comunes de la naturaleza entre los que se encuentran una gran riqueza biológica, mineral, escénica y hasta espiritual, son amenazados por la codicia de las empresas transnacionales. Todos estos proyectos plantean grandes retos, no solo en Honduras, sino para Latinoamérica y el resto de pueblos del mundo saqueados históricamente y a los que se nos ha catalogado como “sub-desarrollados”.

Este nuevo mercado funciona en base del uso, apropiación y mercantilización de la naturaleza en el que los procesos de los ecosistemas que mantienen y permiten la vida, los bienes que nos provee la naturaleza, lo que mantiene el funcionamiento de los ecosistemas y hasta los aspectos culturales tienen un precio. Esto significa que la visión del mundo que están planteando equivale a la mercantilización de la vida en su totalidad.

En Honduras, un país en el que se están sufriendo los efectos del Golpe de Estado del 2009 con la profundización del modelo extractivista en el que se ha diseñado todo un marco jurídico que garantiza el saqueo de nuestros territorios, defender la vida nos convierte en enemigas y enemigos del todas estas empresas, del gobierno y sus instrumentos jurídicos y militares y del sistema capitalista.

Este modelo extractivista se concreta con el desarrollo de las Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDEs), la aprobación de alrededor de 850 concesiones para la explotación minera, el avance de la militarización como garante de la inversiones de empresarios nacionales y empresas transnacionales, la transformación del Estado y todas sus instituciones en protectoras del modelo neoliberal y ahora con la amenaza de la creación de los mercados de carbono en el que empresas “ecológicas” adquieren derechos de propiedad sobre los bosques que pertenecen a los pueblos originarios, de los que se vende el oxígeno, de los que se roba información genética y el conocimiento milenario de las plantas.

También sufrimos las consecuencias de la implementación de la siembra de monocultivos de palma africana para la producción de biodiesel. Estas tierras han sido acaparadas por el empresario Miguel Facussé que ha expusado de la tierras a los campesinos y campesinas del Aguán, al norte del país. La siembra de monocultivos ha puesto en crisis la producción de los granos básicos para la alimentación de la población ya que en Honduras son destinadas 250,000 hectáreas de tierra sólo para la siembra de palma africana.

Además forman parte de los proyectos saqueadores la construcción de parques eólicos que expulsan de sus tierras a comunidades y producen afectaciones psicológicas por el ruido de las turbinas, pero lo más peligroso es que se conceden derechos sobre el uso de las tierras comunitarias a empresas productoras de energías limpias.

Los pueblos originarios somos amenazados por la construcción de las represas hidroeléctricas que también entran en la categoría de productoras de energía “limpia” por el simple hecho de no utilizar combustibles fósiles. Después del Golpe de Estado se otorgaron 300 concesiones para la construcción de represas hidroeléctricas que están poniendo en peligro a las comunidades indígenas y negras. Sólo en la región lenca se planean la construcción de alrededor de 43 represas hidroeléctricas.


Un caso emblemático en la lucha contra la implementación de estos proyectos en la región indígena lenca lo es la lucha contra la represa hidroeléctrica “Agua Zarca” en la comunidad lenca de Río Blanco, al norte de Intibucá, en el suroccidente del país. Esta represa creó un fuerte conflicto en la comunidad en la que el río Gualcarque, que tiene una connotación sagrada para la población, intentando cortar su cause y alterando la funcionalidad que tiene para los pobladores y el ambiente. Este proyecto comenzó a implementarse en el año 2013. La concesión de la represa la tiene la empresa Desarrollos Energéticos SA (DESA) y en un principio la empresa ejecutora fue SINOHYDRO (Empresa china constructora de represas más grande del mundo) que gracias a la lucha de la comunidad abandonó la inversión. La amenaza a la comunidad continúa luego de tener muchos mártires, los dueños tienen la intensión de mover la represa 1.5km río arriba. Son inversoras de este proyecto la compañías alemanas Voith Hydro que tiene financiamiento de Siemens en la que se ha planteado la violación de DDHH que ha significadoel desarrollo de este proyecto y de la que se han desentendido.

El propósito de nuestra gira por Alemania fue desmentir los resultados de los proyectos de la “Economía Verde” y demostrar que estos constituyen grandes retos para las poblaciones ya que representan el fortalecimiento del capitalismos y de las corporaciones que avanzan apropiándose de la vida, como por las consecuencia directas para las poblaciones. Estos generan energía para sostener el turismo, las industrias y la maquilas en los que el G 7 tiene grandes inversiones y no para las necesidades de las poblaciones. Mientras se sostenga este modelo económico que lo que propone es un consumo desmedido el clima y la vida de todos los seres estará en peligro.

Recorrimos muchas ciudades de Alemania compartiendo con la población nuestras problemáticas y reflexionando en las alternativas de modelos de vida, motivando a acciones concretas para presionar al gobierno Alemán y a las empresas que tiene cese en este país. Creemos que las luchas tienen mejores resultados cuando se hacen de forma articulada. Los días 7 y 8 de este mes los G 7 se reunieron para discutir sus políticas económicas, de seguridad y de respuesta ante el cambio climático y ahí estuvimos presentes hermanas y hermanos de Colombia, México, Costa de Marfíl y Túnez en la Cumbre de las Alternativas alzando nuestra voz para expresar el impacto que tienen en nuestros territorios el militarismo, los TLCs, en las causas de la migración desde África con la propuesta de respuesta de  solidaridad transnacional.